jueves, febrero 21, 2008


Profesor Andrés Correa:

A Assalaam alaikum, Maha la shegay?, Comment ça va?, Sonin yutai ve?, Annyong haseyo?, Tonga na nyen? Hogy vagy?, ¿Se podría ser más internacional para darle un breve saludo de cómo está?… Creo que sí se podría, pero créame que el correr del tiempo ya empezó a darme “razones más sustentable” de ser de su materia, y he comprendido que lo “internacional” va más allá de conocer otros idiomas y saber de otras culturas; que no se puede seguir viviendo desconectado de un mundo que cambia con o sin uno. Y si va a cambiar ¿por qué no estar al tanto de lo que pasará?

Lo inevitable, y desconcertante a la vez, de la Información Internacional se mantiene profesor Correa, sólo que ahora decidí asumirlo de forma diferente. Se que oiré cosas por las cuales enorgullecerse, pero también cosas por las que lo inmediato es echarse a llorar, ahí estará mi riesgo. Ya no quiero amanecer en la isla desierta, sólo quedará como un sueño. Pero ahora, amaneciendo donde estoy, ¿Cómo saludar al día cuando en el corazón nace una flor de pétalos que crecen a fuerza de sirenas de la policía, hélices de helicópteros, noticias de una guerra, inseguridad, cuerpos destrozados, discusiones?.¿Tendrá usted alguna respuesta?. Hoy el mundo se cubre de sangre y arena, hay olor a balas, miedo, racismo y malicia en el aire.

No sé cómo se sigue caminando en mi calle, comiendo pan en el mercado, comprando carne para la cena, paseando perros lanudos y acicalados. No sé cómo no alcanzamos a aprender la lección, ¿será que no nos fatiga tanta guerra?, ¿No vamos hacer nada? .En todo aquel que respira en el planeta existen formas olvidadas de justicia creciendo en una ciénaga de espesa vegetación, fermento de la memoria poseída de una luz interior de extraña luminosidad. Sólo espero que es alce un clamor que detenga tanto genocidio. Porque no solo es Ruanda, son muchos otros quienes sufren y no se sabe aún.

Espero que entienda mi descontento con la realidad pero, sin querer contradecirme con todo lo que ya he dicho, la noticia y la información no conforme con llegar, en ocasiones llega tarde, para que — de no ser buena— no sólo nos invada un sentimiento tristeza sino que se le una el de frustración por no poder hacer nada. En pocas palabras, “en esta vida no sólo se está a prueba viviendo” (Romeo Dellaire).

Al graduarme ansío poder hacer algo más al respecto, que mi profesión colabore a solucionar con lo que hoy me estoy quejando. Y estaré cada día más pendiente de lo que ocurre, buscando cada vez que pueda un espacio para respirar, para que “al menos una persona pueda contar lo que pasó”

P.D.: esto es continuación de mi carta anterior(Trabajo nº 1)

Sin más que acotar se despide.
Atte.

Idana Rodas

viernes, enero 26, 2007

Sueño cronicado

¿Crónica? No creo que sea, quizás crónico encaje mejor. Este día fue así, crónico. Según el diccionario Larousse, la palabra crónico viene del griego y significa tiempo, aplicada a esas enfermedades muy largas, que duran mucho. Estuve en total acuerdo. Hoy, esa enfermedad que había aquejado hace ya un largo tiempo, tenía una nueva recaída.
Por convicción diaria. Si, así trato de que se manejen todos los días. Pero este, amaneció con una mezcla emulsionada de temor y fortaleza, de alegría y nostalgia.

Como escenario, una universidad como para postal, o por lo menos así pensé que estaba: sola, verde, sencilla. Este día sentí que todos los profesores me hablaban de lo mismo— y sólo a mí—, de eso que muchos han padecido, pero pocos lo catalogan como enfermedad: Amor.
Primero vi a un Ezenarro que hablando, metodológicamente, me dijo que primero hay que saber cómo definimos el amor, sin perder la costumbre de encontrar contradicciones en cada uno de los conceptos a los que llegamos. Luego vino un Pedro Navarro, que no dudo en hacerme saber que al amor es factible aplicarle la mercadotecnia, no sólo haciéndole una curva de ganancias, sino que hay que saber que “nadie da nada a cambio de nada”. Luego le dieron el turno al bate a Max Römer, él intentó explicarme que semióticamente, el amor es rojo y se representa con un corazón, pero eso si lo refuté hasta que terminó su clase, porque el amor es multicolor y la forma se la da cada quien. Sin embargo, congeniamos en la aplicación de la Gestalt, en eso de que entre más próximos estén dos cuerpos pueden conformar una unidad.
Ya con la satisfacción de haber cumplido de la mejor manera con el horario pautado para este día, me dirijo hasta la persona que quise que me hablara del tema de hoy desde hace un tiempo. Solarium dejó de ser el cafetín más concurrido de esta alma mater, para convertirse en el mejor contexto de esta historia de dos. Él me dijo que… ¡Despiértate¡ son las seis de la mañana. Obviamente, eso no fue lo que me dijo él, ni lo que pude haber soñado que me haya dicho. Sólo que a mi hermano se le ocurrió la brillante idea de despertarme, el día en que se me hacía tan imprescindible seguir soñando.

Quizás este crónica no tenga la magia de una crónica, según Herrera, pero si podré decir —ya pasado un tiempo— que la escribí cuando era feliz y enamorada.

jueves, diciembre 21, 2006

¡El telefonito es una necesidad!

Juré por un puñado de cruces que no la llamaría más por dicharachera de verdades sin sentido. Pero es que ella es de esas personas que te hace creer en lo que dice, disfruta de ese don desde mucho antes de yo conocerla. Y eso era justo lo que necesitaba, creer en algo o por lo menos oírla creer.
Con la voz entrecortada, igual que mi orgullo, pronuncié un aló que ni yo entendí. Por el otro lado una voz tan atorrante, de esas que intentan ser “fiznas” responde con un aló también. Indudablemente, era Virginia.


—¡Hola Virginia!, es la corronchita
—¡Mi vida! [acompañado del cantadito correspondiente]¿Cómo estas?, ¿qué es de tu vida?
Sin muchas precisiones, un “bien” fue la respuesta, y para mantener la nota protocolar, un “¿y tú?” fue necesario. Fue a partir de este punto cuando comenzó la historia. Quisiera decir que fue una conversación de a dos, pero no. Lo suyo fue un monólogo. Un monólogo telefónico de dos horas de duración contándome los pormenores de su placentera vida, obra y gracia que se estaba viendo opacada por la situación política del país donde la cigüeña borracha de las comiquitas la dejó caer.

—Te cuento mi corronchita, manténme el secreto, porque esto me lo dijo un amigo, que conoce un vecino, que su hermano es full amigo de una mujer que viajó con unos de los que más se codea con estos de la política. Llegó un momento en el que perdí la secuencia, pero me mantuvo la intriga. Pues resulta, mi niña, que el air bus está en rampa cuatro del Aeropuerto de Maiquetía, el tipo se va pa´ Cuba. Al parecer agarraron a Barreto ahí mismo, tratando de irse con un maletín llenito de dólares. Mientras tanto, del otro lado tienen secuestrada a toda la familia del candidato de la unidad. Niña, no salga de su casa, porque Bernal ya soltó sus hordas a la calle. Los marginales esos van a empezar a saquear y a matar. Todo esto no lo has oído porque la nueva inversión del presidente, “por ahora” de turno, fue para comprar todas las agencias internacionales hasta la del Vaticano y aquí todo se tiene bajo perfil.
Y así llenó dos horas de conversación con cuentos que se encadenaban con otros. Me había pintado un paisaje, al que decidí ponerle mi confianza de que podría pasar; mientras tanto, seguía a la espera de un resultado que alegrará a unos y entristecerá a otros, y mantendrá neutrales al resto. Pero a los minutos, ella misma me dijo:
—Ya dieron los resultados, y no lo puedo creer. Pero, hay que esperar que alguien de cualquier bando hable.
No pasó mucho tiempo, digo yo, y Virginia, con un sobresalto dijo que pusiera Globovisión para ver al maracucho. Estuvimos las dos mudas, de cada lado, por un largo rato, oyendo pura respiración acelerada. Pero las palabras del amigo no lograron nada ni dar un esbozo de esperanza a quienes lo habían apoyado. Nos quedan seis años con el Presidente que puede ser todo lo que queramos y que ha dejado de ser todo lo que necesitamos.
“¡Oh luna!, que brilla en diciembre, se oye el rumor de un cañonazo”. Así como recita este aguinaldo, esto es lo más seguro que se espera, el cañonazo de estas navidades, a menos que me digan que me van cambiar semejante evento, total, cualquier cosa se puede esperar. Qué angustia sin sentido, buscamos tanto algo diferente que nos mantuvimos iguales. Esta vez Virginia no me hizo creer en nada diferente, pero me dio a entender que todo el mundo puede inventarse su rumorcito y aquí les va el mío: Hay más de tres containers en La Guaira de la importación hecha más reciente, ponche de crema Light.



martes, diciembre 05, 2006

Tan oficial como tu historia

Escuchando por aquí, hablando por allá y sorprendiéndose por todos lados, descubriendo que el universo tiene más de siete maravillas, cinco sentidos y dos posibilidades de observarlo, conforman el prólogo de esta historia que cuento.
Entre pintadedos, plastilinas y juguetes, se inicia este primer capítulo. Donde los ositos cariñosos son los héroes y la muñeca Sandy, la compañera reticente. Para la niña protagonista de esta historia, el tiempo transcurría sintiéndose millonaria, no sólo por poseer debajo de la almohada de su niñez las auténticas monedas de chocolates, sino que contaba con partidarios de su vida: sus padres.
El tiempo hizo crecer a la niña, su cuota de sueños, su cuota de errores; ya el sueño no era ser la sirenita sino convertirse en alguien grande. Los años hicieron de la niña una gigante, eso lo dice ella; pero mantiene dentro un aroma a juguetes y plastilina que deja salir de vez en cuando.
De sus sueños, uno se hizo fuerte y constante, tanto que la hizo asumir cambios que no se hubiesen dado sin la osadía de ese sueño, y más en estos momentos: Querer ser Periodista. Muchos de los cambios vinieron a raíz de esta idea, cambios de ciudad, cambio de forma de pensar, cambio de ritmo.
Ella aprendió a bailar al ritmo que le tocaba
Caracas, la ciudad destino. Un ritmo que ella describe como una especie de joropo mezclado con reggateon y jazz, pero al que ha sabido agarrarle el paso luego de varios tropiezos y caídas.
La soñadora ha aprendido muchas cosas, como que las iniciales de la ONU no significan Organización Nada Útil, a derrumbar su propio muro de Berlín. A amar a Saramago y Olga Dragnic. A vibrar con
Leonardo Padrón, Mónica Montañés y Mario Vargas Llosa y disfrutarlos como cuando se lee Mafalda, Ana Frank y Benedetti. Ha afianzado su distinción por las cosas sencillas con Aquiles Nazoa y las menos sencillas de su credo. Se propuso hace algún tiempo alimentar su vida con asombro, humor, ternura, bondad, dignidad, sueño y esperanza, recorriendo todos los espacios posibles —y aún los imposible— con la maravillosa propuesta de seguir haciéndolo.
Tiene la palabra terca tatuada en la frente, con uno que otro toque de necedad; sin embargo, le han servido para salir de varios de esos traspiés, muchos dados en el camino sin retorno del periodismo. Y dispuestas a enfrentarlos nuevamente.
Esta historia es la mía, sólo un plano de vuelo, ¿Quién dijo que no era oficial por no estar en un libro?. Es oficial por el simple hecho de contarla yo misma, nadie la vive y la conoce mejor que yo. Suena un poco descabellado, pero que ideal sería combinar cada una de las historias llamadas oficiales con las vividas por sus protagonistas para hacer una verdadera historia registrada.


jueves, noviembre 30, 2006